Cae la noche;
yo feliz, porque en ella
hablo contigo.
Tocar el cielo,
besarte, acariciarte, ...
¡que se repita!
En soledad
las manos que te hablaban
se han callado.
Dulce en perdones
y rápida en olvidos
fuiste maestra.
Tú me enseñaste
como el mar de mi tierra
la poesía.
Excepto tú,
tu esencia y tu memoria,
todo es olvido.
Cae la tarde
agónica de luces,
yo la acompaño.
Como tenerte
entre mis manos presa
es recordarte.
¿Por qué será
que te extraño aún más
cuando atardece?