La mar cuya resonante música es mi diaria oración,
tú.
El viento que besando mis ojos me duerme,
tú.
La estrella remota cuyo brillo titilante es guiño de eternidad,
tú.
La tierra que con amor de madre me alimenta,
tú.
El cielo que cada noche cae sobre mí como un suavísimo roce de piel,
tú.
La naturaleza toda, entera y única, para mí, solamente para mí,
tú.